Seques

El etnónimo auśesken, presente en las leyendas monetales, designa al grupo ibérico ausetano, pues el sufijo -sken debe remitir a los habitantes de una determinada ciudad (Untermann 1992: 25-26; Pérez Almoguera 1996: 45; de Hoz 2002: 160; Silgo 2007: 15); en este caso pudo ser *Ause o *Aus (Ferrer i Jané 2012: 34; Velaza 2011: 570-571; Moncunill y Velaza 2019: 113). Las fuentes antiguas citan en reiteradas ocasiones a los ausetanos (Liv. 21.23.2; 21.61.8; 29.2.5; 29.3.3; 34.20.1; 39.56.1; Caes. Ciu. 1.60.2; Avieno OM. 550; Plin. N.H. 3.23), principalmente cuando relatan episodios bélicos acontecidos en época republicana. Además, los textos también mencionan la ciudad de Ausa (Ptol. II 6.69) -o Auso (CIL II 6110)- como municipio de derecho latino (Plin. N.H. 3.23) situado en el interior de la Tarraconense.

Se ha relacionado la ciudad de Ausa con la actual Vic (Osona, Barcelona), puesto que de la documentación medieval se desprende que del nombre latino Ausa se pasó a Vicus Ausonensis y, más tarde, a Vic d’Osona (Villaronga 1961: 57; DCPH II: 47). Por ello, en Ausa debió estar la *Ause? ibérica y el taller de Ausesken, porque los hallazgos de monedas de la ceca se concentran principalmente en los alrededores de la ciudad de Vic (Villaronga 1982: 164; Pérez Almoguera 1996: 39; Amela 2015: 3). No obstante, también se ha planteado que la ceca de Ausesken pudo estar situada en el yacimiento de El Camp de les Lloses (Tona, Osona, Barcelona), a unos 10 km de Vic, dado que se descubrieron allí indicios de una importante actividad metalúrgica y diferentes hallazgos aislados de piezas de Ausesken (Sinner 2013: 175).

Esta ceca acuñó plata y bronce en un número de emisiones que es difícil de precisar, dado que al final existen cuños con estilos bastante diferentes, pero podrían ser cuatro. La tipología se ajusta al modelo jinete, caballo y medio Pegaso, que podemos ver también en otras cecas cercanas como Eusti, Iltirkesken, Laiesken o Baitolo. Para los anversos utiliza una cabeza masculina, que puede ir acompañada de la leyenda ibérica ban (MIB 1) o de los símbolos jabalí (MIB 2-3, 8-9, 11-15), palma (MIB 5) o delfín (MIB 4, 10). Los reversos de las monedas muestran en todos los tipos la representación del caballo, que varía según la denominación de las monedas entre un jinete con palma (MIB 1-2, 5, 8, 11-12, 14-15), un caballo galopando (MIB 3, 6, 9, 13) y medio Pegaso (MIB 4, 7, 10).

Las piezas de Ausesken muestran diferentes patrones de pesos, como sucedió en otras cecas catalanas. Comenzó acuñando bronce con un estándar uncial reducido y después, hacia mediados del siglo II a.C., redujo el patrón de peso de las unidades a ca. 11-12 g. El primer grupo de monedas, el más pesado, engloba denarios con un peso medio de 3,8 g (MIB 1), ases de 22,15 g (MIB 2), semis de 11,03 g (MIB 3) y cuadrantes de 5,68 g (MIB 4). El segundo grupo reduce a la mitad el peso de las monedas de bronce de mayor valor, según Villaronga (1982: 163) en línea con las emisiones de Kese; integra unidades de 12,09 g (MIB 5), 11,9 g (MIB 8) y 9,55 g (MIB 14); mitades de 4,94 g (MIB 6), 6,17 g (MIB 9) y 4,15 g (MIB 13)  y cuartos de 2,81 g (MIB 7) y 3,51 g (MIB 10). De nuevo, parece que el valor de las primeras monedas de bronce fue excesivo para el nivel de los intercambios que había hacia mediados del siglo II a.C., y se optó por reducirlo a la mitad, ya que se debieron monetizar bienes y servicios de menor entidad. 

La datación de las emisiones de Ausesken no es precisa. Para los denarios no disponemos de tesoros que permitan una mínima orientación. Sólo las características formales y estilísticas, en comparación con las otras emisiones de plata de Iltirta, Kese e Ikalesken, sugieren que debe ser una emisión de la primera mitad del siglo II a.C. Por lo que respecta a la producción monetaria de bronce, se puede fechar a partir de su presencia en los tesoros de Balsareny -52 monedas- (Villaronga 1961: 80-82; 1993: nº 171) y Cànoves -6 monedas- (Estrada y Villaronga 1967: 136-139; Romagosa 1971: 80-81, nº 9; Villaronga 1993: nº 175). Los tipos documentados y el desgaste que presentan las monedas de esta ceca sugieren que toda la producción ya había sido emitida a finales del siglo II a.C. Por ello, la primera emisión (MIB 1-4), que presenta un mayor desgaste por uso, podría datarse entre ca. 195-170 a.C.; de la segunda (MIB 5-7), no hay documentadas piezas en tesoros, pero por su peso medio debió suceder a las más pesadas (MIB 1-4), pudo acuñarse entre ca. 170-150 a.C.; y la tercera (MIB 8-15) se debió de acuñar entre ca. 150-100 a.C., pues es la más abundante en ambos tesoros, aunque algunas piezas están gastadas, lo que sugiere que los tipos MIB 8-15 ya estarían en circulación a comienzos del siglo I a.C.