La ceca de Untikesken estuvo localizada en Emporion (L’Escala, Girona). Diversos pasajes literarios atestiguan que Emporion fue una ciudad doble separada por un muralla y habitada por griegos y por hispanos (indicetes); posiblemente identificada como Indika (St. Byz. 146). Eran dos entidades políticas diferenciadas y de los indicetes sabemos que se regían con leyes propias (Estrabón III.4.8; Plinio
N.H. 3.22).
Algunos hallazgos funerarios y constructivos relacionados con esta ciudad, se encontraron en la excavaciones previas al acondicionamiento de la zona de aparcamiento del recinto visitable. La cronología más antigua es el siglo IV a.C.
A inicios del siglo II a.C. comenzó la acuñación de moneda con leyenda ibérica
untikesken, siempre de bronce, que se mantuvo de forma ininterrumpida hasta finales del siglo I a.C., cuando la población griega, hispana y los colonos romanos obtuvieron el estatuto jurídico de
municipium, con el nombre Emporiae. A partir de ese momento las
monedas acuñadas utilizaron siempre leyendas latinas y el topónimo EMPO(RIAE).
La producción monetaria de Untikesken fue estudiada por Villaronga (1977) y su propuesta de ordenación la mantuvo sin grandes alteraciones en sus dos grandes catálogos de referencia,
CNH y
ACIP. No existen nuevos datos que sugieran que deban realizarse cambios de importancia en la secuencia propuesta, a pesar de que el grupo de monedas
MIB 22-29 podría ubicarse en otra posición dentro de la ordenación de las emisiones, ya que conforma un conjunto que difiere de la evolución y estructura del resto de emisiones. Al principio, las diferentes emisiones parecen bien organizadas en cuando a la escala de valores utilizada y a los diseños elegidos, pero a partir del siglo I a.C. la producción muestra una apariencia bastante más desordenada en relación a las denominaciones emitidas y al estilo de grabado.
Los diseños
del taller fueron bastante singulares. La influencia de la población griega con la que cohabitaron se manifiesta en el diseño elegido para el reverso de los ases, ya que adoptaron el Pegaso con la cabeza transformada, una iconografía que habían difundido ampliamente las emisiones griegas de Emporion, desde mediados del siglo III a.C. En todas las denominaciones mostraron una cabeza femenina con casco en el anverso, que debe estar representando a su diosa tutelar, probablemente una derivación de la diosa Artemis de sus vecinos griegos (Estrabón III.4.8). Sin embargo, en los reversos los diseños elegidos varían en función de la denominación que representaban. El toro embistiendo se empleó en los semis, el león para los cuadrantes y el caballo saltando para los sextantes. El grupo de acuñaciones
MIB 22-29, con leyendas que indican su valor, altera esta estructura, ya que el león se utilizó para las unidades, el hipocampo para las mitades, la cabeza de caballo y el jabalí para los sextos y el gallo para los cuartos.
Las monedas de Untikesken se acuñaron inicialmente siguiendo un estándar de peso
de
ca. 22/23-25 g, próximo al uncial romano, y se mantuvieron entre
ca. 21-22 g a lo largo de buena parte de su producción monetaria, al menos durante todo el siglo II a.C. A partir de entonces los pesos medios se aligeraron, evolucionando desde los
ca. 16 g, de los primeros decenios del siglo I a.C., a los 11,5 g de las últimas emisiones de mediados del siglo I a.C. o poco después. Villaronga estableció cuatro sistemas metrológicos (1977: 17-20), basados en el número de monedas acuñadas por cada libra romana y su adecuación al sistema ponderal romano, sin embargo los pesos medios se fueron reduciendo progresivamente desde
ca. 100 a.C., sin que parezcan existir grupos tan definidos.
Las emisiones con leyenda
untikesken se acuñaron desde comienzos del siglo II a.C. hasta una fecha indeterminada de la segunda mitad del siglo I a.C., cuando la ciudad obtuvo el estatuto de municipio. El momento exacto de las primeras acuñaciones es incierto, aunque el estándar de peso utilizado (
ca. 22/23-25 g) y los hallazgos en tesoros con moneda de bronce romana de los años 168/168 y 158 a.C. (Alt Empordà y Empúries 1972: Villaronga 1993: nº 169 y 182), y en el campamento de
Renieblas III (Numancia), sitúan el inicio de la acuñación en la primera mitad del siglo II a.C. Para Campo (2002), este hecho pudo producirse en
ca. 175-150 a.C; sin embargo, Villaronga (
ACIP, p.
176) parece decantarse por una fecha un poco más antigua, de principios del siglo II a.C.
El auge que debió experimentar la ciudad después de la Segunda Guerra Púnica, con una notable presencia romana, habituada al uso de la moneda de bronce, generó una necesidad de moneda de este metal que fue satisfecha por las acuñaciones ibéricas. Los griegos e iberos de Emporion, que tenían una tradición monetaria de más de tres siglos, introdujeron el bronce en su sistema monetario,
mejorando la
herramienta monetaria que tenían, con una variada escala de divisores. Según Campo (2002: 80-82), con las emisiones de bronce los romanos evitaron tener que velar por los suministros de moneda de bronce, al tiempo que afirmaban su alianza con Emporion al permitir estas acuñaciones, que mostraban su singularidad cultural en lo que concierne a la tipología y la epigrafía. En la dípolis de Emporion, los iberos indicetes se
ocuparon de la producción monetaria de bronce, proporcionando la moneda de mediano y pequeño valor para su uso en el contexto cotidiano.
En las leyendas de Untikesken destacan dos singularidades epigráficas. La primera es la relativa abundancia de marcas de valor como
eba, e=,
e-,
ś,
eta, etaban,
eterter, śeŕkir y
seśte (sobre este tema véase Villaronga 1977: 10-11; con más precisión Ferrer i Jané 2009 y 2011); la segunda singularidad es la mención, escasa, de posibles magistrados encargados del control de las emisiones. En tres ocasiones se documentan nombres personales en las leyenda ibéricas. En los tipos
MIB 43-45 se menciona a
iskeŕbeleś – iltiŕaŕker; en
MIB 46-48 a
atabels – tibeŕi y en
MIB 67 a
luki.
De ellos,
tibeŕi y
luki, se han considerado como formas iberizadas de los
praenomina latinos Lucius y Tiberius, aunque Moncunill y Velaza (2019: 220 y 362) no consideran que sea una hipótesis convincente, especialmente en lo que respecta a
luki.
PPRA