Saiti | Saitabi | Saetabi
| Xàtiva, La Costera, Valencia/València, Comunidad Valenciana, Espanya
La ciudad estuvo situada en el territorio de la Contestania (Ptolomeo II, 6, 14) y con una óptima ubicación topográfica, en un elevado promontorio junto al que pasaba una vía de comunicación de primer orden: el Camino de Aníbal o vía Hercúlea (Estrabón III, 4, 9), parte de la cual posteriormente se denominará vía Augusta (Sillières 1977: 31-93; Arasa y Rosselló 1995; Sillières 1999: 239-250). De las menciones de los escritores clásicos se puede deducir que fue una de las ciudades antiguas más importantes no sólo de la Contestania, sino también de la Edetania (una recopilación interesante y exhaustiva de estos textos ha sido publicada por Ventura 1980: 301-12, Idem, 1972: 11-26. Una relación un poco más sucinta en Tovar 1989: 211).
Las investigaciones arqueológicas llevadas a cabo en La Solana del Castell han contribuido a perfilar la evolución del hábitat ibérico de Saitabi (Cerdá 1989: 37-46). Los trabajos arqueológicos han encontrado estructuras de difícil interpretación y han recuperado materiales que atestiguan que la ocupación de la zona puede remontarse al período del Bronce Final (Cerdá 1989 y 1997). Se estima que la superficie de la ciudad ocuparía unas 8 ha (Pérez Ballester y Borredá 1998: 150; Pérez Ballester 2008).
Saitabi (Xàtiva) inició la acuñación de moneda en una época temprana, en torno a la última década del siglo III a. C. Desde ese momento y hasta ca. 50 a. C. emitió unas seis series de monedas. La primera fue la única que acuñó en plata y ha de relacionarse con los acontecimientos de la II Guerra Púnica (fines del siglo III a. C.). Consta de tres denominaciones (didracma, dracma y hemidracma) y su producción no fue importante desde el punto de vista cuantitativo; en el anverso muestra a Herakles-Melkart y en el reverso el águila y la leyenda śaitabietar / śaitabikitarban.
A lo largo de un siglo, entre ca. 150 y 50 a. C., Saitabi acuñó un elevado número de monedas de bronce; no es difícil intuir que la vida económica de la ciudad y la dotación de infraestructuras demandaron la emisión de moneda de este metal. Saitabi fue la ciudad más importante de la parte norte de la Contestania y debió ejercer como lugar central de un amplio y fértil territorio, en el que residirían las elites, drenando hacia ella los excedentes de la producción y sus beneficios. De sus actividades económicas destinadas, en parte, a la exportación, destaca la producción de telas de lino, que llegó a alcanzar en Roma una excelente consideración (Punica III, 371-5; Cátulo 12, 10-17; Gracio Falisco Cynegeticon 34-41).
La mayor actividad emisora de Saitabi se desarrolló en la segunda mitad del siglo II a. C. y quizás a principios del I a. C. En esos años se puso en circulación una cantidad importante de monedas y de forma más o menos continua en lo que se refiere a las unidades, que muestran en anverso un retrato masculino y en el reverso un jinete. Las emisiones consistieron en variadas denominaciones de bronce, con pesos medios que van desde los 2,32 g hasta los 23,51 g, aunque la denominación más acuñada fue la que consideramos como “unidad ibérica”, con un peso medio de 12,03 g. Como consecuencia de esta regular actividad y de la llegada de moneda emitida en otras ciudades, existieron bastantes piezas de bronce en circulación, que permitieron dinamizar y gestionar con fluidez los intercambios ordinarios y cotidianos.
La tipología de las emisiones de bronce fue bastante uniforme en las unidades mayores y utilizó los diseños que se convirtieron en los más tradicionales entre los iberos y posteriormente los celtíberos; en el anverso una cabeza masculina acompañada de diversos símbolos que, entre otros cometidos, sirvieron para identificar las diversas emisiones (cetro, palma, cetro-eba y clava) y en el reverso el jinete con palma o lanza. Los divisores utilizaron diseños un poco más variados, junto a los más usuales, como el caballo corriendo, el pecten o medio Pegaso, eligieron otros que suponen una mayor originalidad, como el ganso, la mosca o la pelta.
Las leyendas mencionan el nombre de la ciudad en ibérico, solo o acompañado de varias palabras o segmentos (śaitabietar, śaitabikitarban, śaitir y śaiti) y sólo al final se introdujo la forma latina SAETABI, en una emisión bilingüe. En una ocasión aparece el nombre de una persona, ikoŕtaś, que de momento no es posible saber la razón por la que se le menciona.
Las emisiones del siglo I a. C. fueron bastante modestas y no reflejan ninguna relación con los acontecimientos de las Guerras Sertorianas. Con el paso del tiempo la ciudad fue adoptando los usos y costumbres romanos, que en la producción monetaria se refleja en la latinización del topónimo (SAETABI), ya que su última emisión, acuñada hacia mediados del siglo I a. C., fue bilingüe. En época imperial no acuñó moneda, a pesar de que Saitabi obtuvo el estatuto jurídico de municipio.
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